"Cada gesto cotidiano puede contener el universo. Eso me escuché decir y después repetir, repetir, repetir, como un estribillo, allá por abril. La cuarentena empezaba a hacer sentir el encierro y, hasta los que la pasamos bien solos, comenzamos a sufrir la falta de la mirada del otro, de los brazos del otro, de su presencia junto a la nuestra"