En portugués, grilagem se refiere a la apropiación privada de tierra a través de medios irregulares o ilegales, fuerza, intimidación o fraude. La palabra viene de grilo (grillo), el insecto que fue usado para tintar documentos para que parezcan escritos antiguos.
Así, en Brasil, grilagem de terra significa falsificar escritos para asegurar tierras, pero también significa apropiación violenta y devastación ambiental simbolizada por grillos machacados y silenciados muchos de ellos porque en 2016, los grileiros ya habían adquirido cien millones de hectáreas. El término grilagem es más informativo que «acaparamiento de tierras» pues refiere aquella situación donde la ley es anulada (aqui não tem lei), o se anula a sí misma en algo muy parecido a un estado de excepción.No se trata solo de derecho estatutario mancillado porque el derecho consuetudinario se convierta en su víctima. El uso y la propiedad consuetudinarios suman más del 50% de la tierra mundial, pero los pueblos indígenas –más de 2,5 mil millones de mujeres y hombres- disfrutan de derechos de solo el 10%. El resto está disponible para tomar. Por ejemplo, alrededor del 90% de la tierra de cultivo, sabana, montes, bosques y marismas en el África subsahariana no tienen título de propiedad y, por tanto, están bajo control estatal. Otra táctica colonial fue declarar las tierras ocupadas tradicionalmente como “terra nullius” (por ejemplo en Australia), o clasificarlas como tierra “libre”, haciendo así al estado el propietario legal. Estos trucos siguen utilizándose hoy. De este modo, la aabana guineana, cuatro millones de hectáreas de prados que atraviesan veinticinco países, casi la mitad de grande que Estados Unidos, es designada por el Banco Mundial como “la última gran reserva del mundo de tierra infrautilizada”. ¿Qué ley dio la autoridad para hacerlo? Esta tierra “infrautilizada” es hogar de unos 600 millones de campesinos, casi el 10% de la población mundial. Evidentemente, la gente no aparece bajo la noción del Banco Mundial de “reservas” cuando Monsanto tiene intereses en ella.
Por su interés pedagógico, por solidaridad con las desposeídas, comparto con ustedes esta reflexión sobre una condena judicial a dos trabajadoras agrícolas, pobladoras, recolectoras, habitantes del campo o como las prefieran llamar.
Más me ha llamado la atención el caso, cuando tras leerme la sentencia, el juez resulta que es un tipo joven que va de progresista concienciado, y da conferencias con una chaqueta blanca y pulseritas, sobre el tema de Violencia de Género en escuelas y entes públicos. Un fantoche increíble de verdad, un mamarracho con estética que mejor ni os cuento. Algo espantoso, aunque tenga que haber de tó en esta vida. Pido que compartan en las redes y muestren apoyo, ya que por lo que sea estoy bloqueado y no me llevo bien con la tecnología "moelna".***Un pequeño caso más de represión, criminalización de la pobreza y la autonomía.Nos encontramos en tierras devastadas del valle del Guadalquivir (Provincia de Córdoba), tierra de olivos. Vivimos en un mar de olivos, monocultivo, agricultura intensiva, uso de pesticidas, fertilización química…, con todo lo que ello conlleva (contaminación de acuíferos, envenenamiento de animales, insalubridad alimentaria, ambiental).Llevamos tiempo tratando de buscarnos la vida sin caer en la esclavitud del trabajo asalariado. Recolectamos aceitunas de olivos que están en terreno “propiedad del Ayuntamiento del Pueblo”. Árboles que están en estado de abandono y cuyo fruto acaba cayendo al suelo.Son los dueños de las fincas los que contratan seguridad privada para que vigilen sus propiedades, y de paso cualquier espacio rural, sea o no sea de su propiedad. De esta forma se adueñan del campo, y así impiden que cualquier persona se busque la vida. Son ellos los que llaman continuamente a la guardia privada cuando te ven recolectando en estos árboles abandonados, en “suelo público” (Ayuntamiento). Son los mismos que quieren recoger estos olivos, (no tienen suficiente con lo suyo y con las subvenciones que reciben de la Junta de Andalucía). Este caso la Guardia Civil no les pone problemas pues son propietarios. Encima este año han tenido que parar la recogida varias veces por el exceso de aceituna, y aun así su avaricia no tiene límite. Ya se sabe: los ricos más ricos, las pobres más pobres y presas...