El texto que presentamos fue publicado en la revista La Petite République, 7 de septiembre de 1901 (retomado en Les Cahiers de la Quinzaine de Charles Péguy) y en la compilación de ensayos Études socialistes de ese mismo año. En este texto, Jaurès entiende el socialismo como el desarrollo de la idea republicano-democrática del derecho a la existencia y a la vida como eje fundamental para vertebrar una sociedad justa.
Kristen Ghodsee (Nueva Jersey, Estados Unidos, 1970) es profesora de estudios de Rusia y Europa del Este en la Universidad de Pensilvania, ha ganado muchos premios por su trabajo, y ha escrito siete libros sobre género, socialismo y pos-socialismo.Este fragmento corresponde al libro Por qué las mujeres disfrutan más del sexo bajo el socialismo y otros argumentos a favor de la independencia económica que, con traducción de Blanca Rodríguez, acaba de publicar Capitán Swing.
Cuando yo era una veinteañera, una querida amiga mía, a quien llamaremos Lisa, trabajaba en el departamento de recursos humanos de una gran empresa de San Francisco. A Lisa le encantaba la moda y en mi armario todavía guardo conjuntos que ella descubrió en las frecuentes excursiones que realizábamos, en busca de gangas, a las tiendas de saldos de Filene’s Basement y otros comercios de segunda mano de Fillmore Street. Tenía un don natural para encontrar tesoros de marca a precios rebajados y crear modelitos que combinaban Levi’s con prendas Dior vintage. Hemos mantenido el contacto a lo largo de los años, compartiendo penas y alegrías sobre el matrimonio y la llegada de la maternidad. Pero mientras yo iniciaba mi vida como madre trabajadora en el mundo académico universitario, Lisa, en cuanto supo que estaba embarazada, dejó su empleo para dedicarse a ser ama de casa. Su marido ganaba lo suficiente para mantenerla y prefería que no trabajase fuera. La madre de Lisa también había sido ama de casa y aquel acuerdo era habitual entre sus amistades más cercanas, en su vecindario y en su entorno profesional. Lisa decía que la decisión había sido suya: quería alejarse de la carrera de codazos que impera en el sector empresarial estadounidense. Cuando, al poco tiempo, tuvo otro bebé, abandonó definitivamente la idea de volver al mercado laboral. Pensaba que las cosas serían más fáciles así, pues eso le permitiría estar físicamente presente para sus hijas, cosa que a mí me resultaría mucho más complicada.
A medida que nuestras sociedades se vuelvan más atomizadas y solitarias, la conexión humana se convertirá en una mercancía cada vez más valiosa. Más personas se encontrarán obligadas a vender su capacidad emocional a extraños en lugar de usarla con sus propios amigos y familiares.Vemos un buen ejemplo de esto en las mujeres rumanas y ucranianas que se preocupan por las personas mayores en Italia. Ahora existe una aflicción común llamada “síndrome de Italia”. Mujeres que gastan tantos cuidados y atención en los ancianos de los que se ocupan en otros países como empleadas domésticas que regresan a sus países de origen incapaces de sentir ninguna emoción por sus propios hijos y familias. Están completamente drenadas de todo afecto porque han vendido todo en el mercado.
El anarquismo solo puede ser social o no será. El socialismo solo puede ser libre o no será. Reivindicamos con este texto, germen de uno más extenso, el componente social de las ideas anarquistas; lo hacemos de manera conscientemente provocativa, ya que el término "socialismo" está en una crisis evidente, provocada precisamente por su deriva autoritaria o, en el caso de las democracias electivas, por su sumisión al capitalismo
Es así hasta el punto de que fuerzas supuestamente progresistas, viejas o nuevas, de intenciones meramente electoralistas, se niegan hipócritamente a utilizar, ni siquiera en sus propuestas, la idea socialista. No vivimos en el pasado, no somos meros soñadores, tenemos en cuenta el fracaso de la modernidad en tantos aspectos, pero no obstante propugnamos un conocimiento amplio de la historia del anarquismo, precisamente para construir un horizonte en el siglo XXI que acepte ese rico bagaje.Un anarquista, al que podemos encuadrar dentro de la tradición individualista dentro de las ideas libertarias, no dejaba de tener profundas preocupaciones sociales en su pensamiento. Si el liberalismo clásico, con Adam Smith a la cabeza, preconizaba la división del trabajo como supuesto garante del progreso, los pensadores sociales contemplaron el mal que suponía junto a la desigualdades en el reparto de la riqueza. Así en William Godwin, precursor obvio del anarquismo, encontramos a uno de los primeros autores que critica ferozmente el sistema hereditario y de distribución de la riqueza. Concluye que la pobreza tiene su origen en el sistema de propiedad y observa incluso la degradación moral de los que nada tienen tratando de emular a los propietarios incluso en su comportamiento. Como no puede ser de otro modo en un pensador libertario, Godwin vincula el factor económico con el moral en su análisis. Por supuesto, los males sociales para este autor están igualmente muy vinculados con la existencia del Estado y no solo en la forma que adopte; por lo tanto, encontramos al primer autor que establece un puente directo con lo que después entenderemos como anarquismo moderno: la vinculación de la dominación política con la explotación económica. Aunque no suele ser encuadrado dentro de la tradición socialista, Godwin apostaba por una sociedad sin Estado con una profunda crítica económica en aras de la igualdad, algo que le distancia del liberalismo y la sitúa inequívocamente en la corriente anarquista.