El término 'populismo' ha perdido su significado original, más profundo y transformador, y se usa ahora como apelativo de carácter peyorativo.
El sentido histórico del vocablo ‘populismo’, como amplia corriente de pensamiento emancipador iniciada en Rusia en el siglo XIX, tiene hoy una intención muy diferente; así, se trata de un término empleado con carácter peyorativo, habitualmente para acusar a otras fuerzas políticas dentro de la democracia electiva, pero que esconde el carácter elitista de todas y cada una de ellas, en abierta oposición a su significado original.La sociedad posmoderna, sin demasiados asideros, nos depara unas cuantas sorpresas sobre el uso del lenguaje. Quizá el más significativo es el (irritante) neologismo conocido como ‘posverdad’, del que nos ocuparemos en otra ocasión, ya que resulta tremendamente significativo para el análisis que nos ocupa. Uno de los términos más usados, en el mundo político y mediático, es el del ‘populismo’, que parece haber perdido su significado original, más profundo y transformador, y ser ahora un apelativo de carácter peyorativo aplicado a ciertos fuerzas políticas a uno y otro lado del espectro ideológico. Vendría a ser algo similar a ‘demagogia’, es decir, la seducción constante de las personas (el electorado) mediante un discurso que aparentemente las favorezca, pero que al parecer sería irrealizable, una mera idealización. Ojo, estoy hablando del sentido despectivo que parecen darle ciertos ‘sesudos’ partidarios de un (supuesto) pragmatismo político, y que parece recoger de forma somera la Rae en su segunda acepción. En la primera, el diccionario alude sin más a cierta tendencia general a lo ‘popular’ en los diferentes ámbitos de la vida. No es casualidad, desde ambas acepciones (nada concretas y tendentes a la hipocresía), que la derecha española, en una indefinición ideológica incapaz de superar ciertas formas de fascismo, se acabara denominando Partido Popular.