Se ha hablado muchas veces (en ocasiones con exceso de retórica) del llamado "Mayo del 68 como un proyecto de revolución cultural. Y cierto es que algo tuvo efectivamente de ello. Fue en todo caso un proyecto radicalmente subversivo en lo que respecta al concepto de educación.

Por una vez se tomaba en serio la declaración universal de derechos del hombre que en su artículo 26 señala "la educación tendrá como objeto el pleno desarrollo de la personalidad". Todo animal tiende a realizar las potencialidades de las que está dotado por naturaleza y en aquella atmósfera del mayo francés hubo como una prodigiosa lucidez respecto al hecho de que nuestra naturaleza se refleja en las capacidades creativas e intelectivas y por ello el ser humano al que se le impide el despliegue de tales capacidades se le mutila en lo esencial de su humanidad.
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En aquellos interminables debates se asumía que la creación artística y los descubrimientos de la ciencia no podían ser cosa de una minoría exquisita, sino que eran asuntos que a todos conciernen. De alguna manera se trataba de devolver al pueblo lo que le había sido arrancado. Se denunciaba en consecuencia la distinción entre cultura de élites y cultura de masas. Pues bien:
Este programa profundamente humanista nunca se ha realizado, simplemente porque nunca se han dado las condiciones sociales de posibilidad de su realización. Este programa era incompatible con la existencia de la alternancia entre trabajo embrutecedor y ocio aun más embrutecedor, alternancia a la cual se reduce la existencia de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Ello era (entonces como ahora), bien sabido, pero nunca se pensó de manera suficientemente decidida en las mediaciones necesarias para que las condiciones políticas y sociales que dificultaban el proyecto se superaran.
Se ha dicho muchas veces que Mayo del 68 encerraba un proyecto profundamente filosófico. Y lo era en efecto en la medida en que misión de la filosofía es recordar que un hombre privado de hacer suyas las interrogaciones que (desde el hombre de Herto hasta Einstein) han caracterizado al ser humano está siendo privado de realizar su humanidad. La esclavitud era considerada por Aristóteles como situación incompatible con la realización de la condición humana. Pero la esclavitud puede ser entendida de diversas formas:
En un sentido restringido podemos considerar esclavo a aquel ser humano que se haya sometido a la jurisdicción arbitraria de otro humano.
En un sentido genérico podemos considerar esclavo a todo ser humano sometido a condiciones sociales que le impiden realizar las capacidades que le caracterizan como ser humano. En este sentido genérico la nuestra es una época dónde la esclavitud marca la vida de la casi totalidad de las personas y hablar de democracia puede a los oídos de muchos sonar a sarcasmo.
El carácter singular de mayo del 68 es que se pensó en estos términos con radical lucidez. Se pensó en una existencia humana inevitablemente trágica pero nunca embrutecida, se pensó en un bien vivir compatible con la fraternidad, se pensó en la riqueza de una pluralidad sin jerarquía. Se pensó todo ello... pero no se meditó suficientemente en las fuerzas que dificultaban cada paso en tal dirección. De ahí que no sean totalmente vanos los reproches de que en las calles parisinas de entonces se fraguaba un proyecto utópico. Escapar a la utopía exige un pensar (no sólo un actuar) mucho más firme: "mirarlo sondearlo y descender a él", tal esescribía Cesare Pavese- la única forma de escapar al abismo.