Los textos de Alba Rico son el mejor remedio frente al ruido, una potente luz para entender nuestro mundo. Si aún no lo conoces, compruébalo...
Desde Aristóteles sabemos que la casa es posterior a la polis y que querer gobernar una polis como si fuera una casa es el fin de la política y el comienzo de la tiranía
El tsunami y el paraguas
Una mentira repetida muchas veces –conocemos la perspicacia goebbeliana– acaba por convertirse en verdad. Pero se nos olvida el otro fenómeno concomitante e igualmente desgraciado: que una verdad repetida muchas veces se convierte, por su parte, en propaganda. La cuestión central reside, en todo caso, en el “repetida muchas veces”. ¿Quién puede repetir –repetirse– muchas veces? El poder. No es cierto que hablar sea inútil o que las palabras no cuenten. Sí lo es que una palabra sólo se convierte en una acción si se dispone de los medios para que la escuche mucha gente y muchas veces; y esos medios son indisociables del poder económico y político. El poder siempre es creíble porque se expresa desde la autoridad inmaterial emanada del lugar material que ocupa; puede así convertir una mentira en verdad porque, al contrario que la violencia –como recordaba Hannah Arendt–, “no necesita justificación”: todas las dictaduras se han legitimado provisionalmente en una fábrica de mentiras: sobre el enemigo, sobre la situación del país, sobre la grandeza del líder.