La lección de palabras y vídeos del maestro Ramón Lobo...
Algo tan simple como la elección de los primeros regalos, que se realiza de manera automática, sin pensar en su posible impacto, contiene una de las claves del desarrollo. No solo por el efecto que puedan tener en un receptor desprotegido, sino como muestra de cuál es la actitud de los padres en la educación. La primera brecha está en la familia.
Educar no es adiestrar, someter o imponer. No es gritar ni pegar ni minusvalorar. Educar es guiar, una ayuda para crecer en libertad y desarrollar las posibilidades de cada ser humano.
El derecho de las niñas a soñar
https://youtu.be/nPB-41q97zg
La desigualdad arranca en la cuna, en la mirada divisiva de los adultos: ¿niño o niña?, en lugar de pensar en personas con un enorme potencial de crecimiento. El vídeo anterior pertenece a un proyecto de la empresa que fabrica las barbies, un icono del mundo de las princesitas. Más allá de si se trata de una argucia comercial para no quedarse fuera del movimiento global del 8M, lo que importa es el contenido. Su mensaje de fondo es certero y demoledor. En los primeros años se inoculan los roles que generan la desigualdad y alimentan el machismo. Dice una de las niñas del vídeo que un chico tiene tres veces más probabilidades de recibir un juguete relacionado con la ciencia que una chica.
No es la primera vez que acudo a vídeos de charlas de Ken Robinson, experto mundial en educación. Su manera de enfocar, su uso constante del humor, para conducirte, casi por sorpresa, a la esencia, resulta cautivador. Esta se titula “La escuela mata la creatividad” y contiene algunas de las respuestas que buscamos.
Es esencial modificar el enfoque y los objetivos. ¿Se educa para ser felices o para ser obedientes? ¿Ponemos trabas a las niñas, límites a su capacidad de soñarse como médicas, astronautas?
No se puede seguir educando bajo los patrones del siglo XIX, con el fin de producir mano de obra más o menos cualificada para una industria en vías de desaparición. Robinson propone pasar de esa educación que llama industrial a otra agrícola, en la que el objetivo sea crear campos abonados en los que cada niño/a crezca según su talento. En ese sistema sería más fácil educar en igualdad, y poner coto a los roles que nos dividen en princesas y machos.
Todos estamos educados en el machismo. Yo llevo toda la vida dejándolo y aún no estoy limpio. Aprendo cada día de las situaciones y de las palabras que uso con más o menos acierto. Pero también están los contextos. Son esenciales para medir la intencionalidad. No es lo mismo el chiste de un humorista en un teatro en el que los espectadores han ido a ver y escuchar a un humorista que una gracia en Twitter. En las redes sociales no hay matices ni un público advertido.