Esta es la lúcida intervención de Pedro Olalla (apasionado estudioso de Grecia y su cultura, donde reside desde 1994 y que ostenta el título de Embajador de Helenismo), en acto compartido con Samantha Novello, en homenaje a Albert Camus el 26 de abril de 2019.
El ser humano empieza a ser libre cuando aprende a decir no. No es la más rotunda de todas sus palabras; más rotunda aún que el sí, porque en el sí puede caber un pero que ponga condiciones a la aceptación; en cambio, no es no. Es la palabra con la que queda declarada la rebeldía; la palabra con la que comienza la conquista de la libertad y, en ocasiones, la de la dignidad.
Las raíces del no: Rebeldía como actitud humanista
¿De dónde viene, en realidad, el no? ¿Qué lo provoca y qué lo fundamenta? ¿Contra qué se dirige? Todo no proviene del impulso de establecer un límite: de oponerse a una voluntad que trata de imponerse sobre otra. Todo no es una toma de partido: una negación que, simultáneamente, afirma y defiende lo que queda dentro de la frontera que establece. Si lo que salvaguarda el no es una voluntad, defiende la libertad; si lo que salvaguarda, en cambio, es un valor, defiende, además, la dignidad.
Detengámonos, por un momento, en esta reflexión sobre la libertad y la dignidad, antes de seguir adentrándonos en la rebeldía. La libertad, en su estado más puro, defiende sobre todo la voluntad de obrar, por lo que entraña un peligro inherente, no siempre fácil de advertir: que, dejada a su antojo y llevada al extremo, la libertad suprima la justicia y los valores. A partir de cierto punto, la libertad de cada uno conquista su terreno a costa de la ajena, por lo que su mejor aliado puede llegar a ser la fuerza. La fuerza es, en efecto, el no más extremo que establece los límites de la libertad, y la pugna entre las libertades dejadas a su antojo termina instituyendo el imperio de la ley del más fuerte. En este contexto –poco deseable, pero ratificado reiteradamente por la historia–, el concepto de “rebeldía” se aviene fielmente a su sentido etimológico latino de re-bellum, de responder a la guerra con más guerra, de constante conflicto de intereses en nombre de la libertad saldado por la fuerza.