Aunque la respuesta a la pregunta del titular es claraclaramente negativa, lo que sí ha conseguido este reino remoto ha sido meter la pregunta por la felicidad en todos los estudios demoscópicos.
A Bután se lo conoce como «el país de la felicidad». Si bien ha desafiado al mundo con su rechazo del PIB como indicador del desarrollo, este paraíso terrenal se enfrenta a problemas muy mundanos.
¿Es realmente Bután el país más feliz del mundo?
Paisajes de espléndida biodiversidad, tradiciones ancestrales intactas y un reclamo para el retiro espiritual. Bután es una estampa idílica. A este territorio escondido tras las montañas del Himalaya, se lo conoce como «el país de la felicidad». Si bien ha desafiado al mundo con su rechazo del PIB como indicador del desarrollo, este paraíso terrenal se enfrenta a problemas muy mundanos.
Bután está alto, muy alto, sobre algunas de las montañas más elevadas del planeta, los Himalayas. Tanto, que parece tocar el cielo y, a primera vista, ser un pequeño paraíso terrenal. Sus habitantes no llegan al millón de personas, sus límpidos paisajes son de una belleza sobrecogedora y, sí, efectivamente, hablamos del país que mide sus resultados no según su PIB, sino por su índice de Felicidad Nacional. Es, según su abundante hagiografía, uno de los países más felices de la tierra. Hasta su familia real, el soberano, Jigme Khesar Wangchuk, su esposa, Jetsun Pema, y el heredero, Jigme Namgyel Wangchuk, de dos años, parecen sacados de una revista de modelos. Pero, si se mira con un poco más de atención, Bután no es el tipo de cielo donde nunca pasa nada, con perdón de los Talking Heads.