Carlos Hernández de Miguel publica Los campos de concentración de Franco, una investigación que concluye que en España hubo alrededor de 300 campos con entre 700.000 y un millón de víctimas. Andalucía, con 52, fue la comunidad con más campos de concentración, seguida de la Comunitat Valenciana, las dos Castillas y Aragón
Campo de concentración. Tres palabras que, inevitablemente, evocan a la Alemania nazi. A Auschwitz, a Mauthausen, a Dachau. Pero no hace falta ir tan lejos. Campos de concentración también hubo en Rota, en Jaca, en Oviedo, en Reus. Son menos conocidos porque han sido menos pronunciados. Y menos estudiados. Fueron campos de concentración franquistas y, como los nazis, eran centros de castigo al enemigo de la dictadura. "Para coger aquella mala comida había que hacer largas colas de hombres hambrientos, bajo una nevada, y cuando llegabas a la perola te echaban un cazo de agua con espinas de pescado que tenías que tirar, porque no te lo podías comer". Es lo que recuerda Antonio Torres Morales del campo de concentración de Miranda de Ebro —situado en Burgos y recordado como el más longevo—, cuyo terror y crueldad sufrió en primera persona. Su relato, no obstante, es colectivo. "Comidas escasas, con bichos y piedras hervidas junto a las legumbres", relata Emilio Fernández Seisdedos, prisionero en isla Saltés, en Huelva. Los testimonios podrían ser inacabables.
– ¿Me cree usted que cuando salíamos había música? Salíamos de la puerta al paso de la música. – ¿Qué clase de música?– Alemana. Militar. Así era por la mañana y por la tarde. La música. Pasábamos la puerta con la música. No se puede imaginar cómo es posible que haya cosas así...
(No sabemos a qué puerta concreta se refiere en su relato Annette Cabelli. No se lo vamos a preguntar ahora, para no interrumpirla. En realidad sólo caben dos opciones: la puerta del barracón en el que dormía, o la puerta de los lugares en que trabajó, durante los dos años que pasó en campos de exterminio del régimen nazi, entre 1943 y 1945.)– Eran doce horas de trabajo, cada día. Lo peor era levantarnos a las 6 de la mañana; con lluvia, con nieve... A esperar a que vinieran a contarnos. Y luego a trabajar. Con la música. A las 7 venía el café [agua oscura]. Pero era mejor mi trabajo, porque había gente que trabajaba afuera con la nieve, y a los dos meses...
La capital se suma a la implantación de las placas 'Stolpersteine', una de las iniciativas memoriales más destacadas y difundidas en Europa. Las primeras placas en cada ciudad las instala su ideólogo, el alemán Gunter Deming, y está previsto fijar una fecha atendiendo a la agenda del artistaLas Stolpersteine ya se encuentran en 24 países europeos; en España las hay en diferentes lugares de Catalunya y en Palma de Mallorca