Determinados pintores, como la europea Fries siguen creando cuadros muy logrados. Sin embargo, esto sigue sin disipar la persistente duda de que sea un arte cuyo tiempo ha terminado, sobrepasado por los logros anteriores de sus creadores. En el caso de Fries, el pasado del Renacimiento tardío puede ser tan inspirador como el de Richter, su mentor
La idea de que la particularidad cultural ya no desempeña un papel en gran parte del arte, y en el estilo expresionista en especial, no es nueva ni demasiado reveladora. Llevamos algún tiempo viviendo con un lenguaje compartido por artistas de todo el mundo, al principio gracias a la distribución internacional de las revistas de arte y ahora por instantaneidad de cualquier imagen en cualquier lugar de internet. En el siglo XIX aún era posible encontrar diferencias estilísticas en países como España y Francia, donde la pintura floreció, en parte, debido a ellas. Ahora, sin embargo, el arte abstracto ha cambiado por completo por la ampliación de sus adhesiones; hoyla cultura pictórica no objetiva tiene tanto sentido para alguien de Ghana –que puede haberse licenciado en Arte en Alemania– como para alguien de Nueva York, donde estamos experimentando la abstracción expresionista de quinta o sexta generación. Pero esto, de nuevo, no es necesariamente una novedad. Quiere decir que se ha vuelto aceptable, y bastante popular, trabajar en una lengua coloquial cuyas asociaciones geográficas se originen en un punto en particular, pero que han evolucionado con rapidez hacia algo mucho más extenso de lo que los artistas quizá imaginaron posible cuando los orígenes de dicho arte eran nuevos.