Por
Víctor Gómez Pin"A un lado la juventud libre y risueña;
A otro la vejez humillante e inhóspita.
Qué dulce hubiera sido
En vuestra compañía vivir un tiempo:
Bañarse juntos en aguas de una playa caliente,
Compartir bebida y alimento en una mesa.
Sonreír, conversar, pasearse
Mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y esa música."
(Luis Cernuda "Despedida")
El relevo · El Boomeran(g) 
Una cosa es el lamento del poeta, otra muy diferente la necedad del que no siente más que el tiempo propio. Como todo hombre, el poeta es vencido por el tiempo pero, al igual que al filósofo, le fascina saber qué es eso que le vence. En esa medida uno y otro dejan de ser tiempo puro, ese tiempo puro al que en vano quiere emular el dinero.
"Con solitaria dignidad el viejo debe
Pasar de largo junto a la tentación tardía"
Cernuda parece así caracterizar el proceder del hombre sabio. Pero sólo en una civilización que ha dejado de serlo, tal proceder excluye el perdurar de un hilo esencial, ese hilo consistente precisamente en que el ciclo de las generaciones sea un relevo en la causa de la humanidad y no una mera sustitución entre usurpadores de la común riqueza. Y así, efectivamente, ya no hay entre viejos y jóvenes (quizás pronto tampoco entre estos últimos) manera de "compartir bebida y alimento en una mesa".
Y respecto a la actitud ante el paso de tiempo y a la concepción misma de la vejez saco ahora de contexto a Miguel Hernández. En circunstancias trágicas (el ejército sublevado amenazando la ciudad de Valencia) aparece su poemario "El hombre acecha", y en el seno del mismo estas consideraciones sobre los hombres que cabría denominar intrínsecamente viejos. El poeta de Orihuela tiene en mente a los hombres de levita, pero como es sabido aquello sobre lo que los poetas alzan su lámpara devuelve una imagen en la que cualquier otro puede reconocerse:
"Nunca fuisteis muchachos, y queréis que persista
un mundo aparatoso de cartón estirado,
por donde el cartón vaya paticojo y turista,
rey entre maniquíes de pulso congelado.
Venís de la Edad Media donde no habéis nacido,
porque no sois del tiempo presente ni del ausente.
Os mata una verdad en el caduco nido:
la que impone la vida del siempre adolescente.
Yo soy viejo: tan viejo, que el primer hombre late
dentro de mis vividos y veintisiete años,
porque combato al tiempo y el tiempo me combate.
A vosotros, vencidos, os trata como a extraños".