Hui fa un any el Forn de Barraca, tot un símbol de la resistència front a l’especulació urbanística de València, va ser enderrocat. Tot i que va suposar un colp directe al cor de l’Horta, la defensa del territori encara continua.
El flâneur es un símbolo de la relación entre el individuo, la ciudad y la modernidad, que camina a gusto por los bulevares y las plazas sin un rumbo fijo. Los nuevos bulevares, además de generar empleo, facilitaron la circulación de mercancías y de dinero. Formaron un punto clave de exhibición pública de la riqueza burguesa
El día que conocí la obra de Caillebotte me conmovió de tal manera que cuando viajé a París decidí buscar los balcones desde los que había pintado la vida urbana de finales del siglo XIX. También hice una visita a su casa familiar de Yerres, ubicada a las afueras de París. Caminando por sus jardines creí escuchar sus pasos sosegados. La lluvia empezó a caer sobre la superficie del río, apacible, impávida. Ese entorno natural lo representó en tantas ocasiones que cuando volví a contemplar sus cuadros pude sentir el aroma y la textura de cada pincelada.Gustave Caillebotte ha sido uno de los pintores menos estudiados del entorno de los impresionistas. A lo largo de su obra profundizó, al igual que ellos, en los paisajes, pero son sus representaciones de la vida urbana del París de la segunda mitad del siglo XIX las que se van a tratar a continuación.Sus obras son el reflejo de las reformas que introdujo el barón Georges Eugène Haussman para el ensanchamiento, la uniformización y la modernización de las calles de París. Hasta ese momento, París era una ciudad medieval, con calles estrechas, por lo que la intención del barón fue derribar los edificios antiguos, establecer un nuevo sistema de alcantarillado y ampliar las calles para evitar barricadas. Todo ello hizo que el tráfico mejorara y que aparecieran grandes bulevares y paseos, en los que se establecieron espacios de ocio como restaurantes, cafés, hoteles, teatros y cabarets. También se colocaron árboles y aceras en estos nuevos bulevares, lo que aumentó el bienestar de la sociedad, tal y como se puede comprobar en La Place Saint-Agustin de Caillebotte. En esta gran plaza, el color verde de los frondosos árboles contrasta con las oscuras figuras de los caminantes, que discurren con calma por una calle, acariciada por las luces y las sombras.