El asesinato de Yolanda, de 19 años, a manos de unos pistoleros de extrema derecha, el 1 de febrero de 1980, fue el último crimen del franquismo, ya en plena
non sancta Transición. Estoy leyendo el libro, mitad biografía, mitad crónica histórica, que Carlos Fonseca -autor también de esta reseña- ha dedicado a esta joven esta joven luchadora... No puedo por menos que recomendarlo a cualquier español, o interesado en mi país, de corazón aún sensitivo y conciencia despierta...
Yolanda González: no siempre el tiempo es olvido
Han transcurrido ya 40 años desde que la estudiante Yolanda González Martín, de 19 años, fuese asesinada la noche del 1 de febrero de 1980 por un comando ultraderechista. Y lejos de ser un apunte más en los márgenes de nuestra historia reciente, se ha erigido como símbolo de una generación de jóvenes que a finales de los años 70 y comienzos de los 80 se echó a la calle para luchar por las frágiles libertades que empezábamos a disfrutar tras cuarenta años de dictadura. Muchos, como ella, perdieron la vida.
Bilbaína del barrio obrero de La Ribera de Deusto, la mayor de los tres hijos de una pareja de emigrantes burgaleses que en los 60 marchó del campo a la gran ciudad en busca de una vida mejor, ella misma se trasladó a vivir a Madrid en los albores de 1979, con 18 años recién cumplidos y gran disgusto de su familia. Yolanda había comenzado a militar en las Juventudes del Partido Socialista de Euskadi (PSE) con 16 años, a raíz de que un joven le entregara un panfleto al salir de clase. Aquel escrito de tono exaltado que hablaba de injusticias y llamaba a luchar contra ellas compendiaba las ideas que bullían en su cabeza ante una realidad con la que cada vez se sentía más comprometida, pero ignoraba cómo implicarse en ella.