A finales del siglo XIX, la revolución ha llegado a la moda femenina, las mujeres se muestran desinhibidas, las faldas se acortan, los vestidos parecen volar con el viento. Libres ya de corazas, algunas prescinden de los corsés en una libertad recién descubierta. Sorolla es testigo de estos cambios, y no se va a dormir sin antes dibujar los bocetos de los sombreros, los vestidos que en sus paseos por Paris le han hecho volver la cabeza entre divertido y fascinado.