"Estamos rompiendo muchas barreras –comenta Duarte al otro lado del teléfono–, la poesía no tiene por qué utilizar toda esa terminología de otro tiempo, nuestra juventud es participativa y militante, y así debe ser nuestra poesía". Una forma de entender la rima que se aleja de los juegos florales y le otorga un plus emancipador, consciente de que la palabra –y la belleza de la que es capaz– nos pertenece a todas.
"Hay una poesía que parece escrita para gente instalada en una buena situación económica, sobra decir que esa no es la nuestra, tenemos que ser capaces de romper ese paradigma que vincula poesía con privilegio, está en nuestra mano utilizar palabras y hablar de realidades que comprenda la periferia", añade Duarte.