Actualmente, la palabra Bauhaus evoca un diseño lúcido y funcional con un vago tufillo de modernidad revolucionaria. La escuela, pese a su vida relativamente corta, dio forma de muy diversas maneras a la experiencia moderna, desde el diseño de las letras que leemos hasta la ordenación de las ciudades que habitamos.
Una línea recta de influencia, como sostiene el arquitecto y crítico Mark Wigley, conecta la Bauhaus con los teléfonos móviles inteligentes que ahora mediatizan y organizan la vida de mucha gente. Wigley no entendió esto como un cumplido. Mientras que la forma minimalista e intuitiva de un iPhone da la impresión de una honestidad inexpresiva, esa misma forma puede ayudar a oscurecer realidades sociales: minería, explotación, vigilancia omnipresente. Estas contradicciones eran tan características de la Bauhaus como sus líneas claras y sus colores primarios.La Bauhaus conoció tres periodos: primero fue una escuela multidisciplinaria de artes y oficios en Weimar (1919-1925), después un instituto de diseño orientado a la producción en Dessau (1925-1932) y finalmente una escuela de arquitectura privada en Berlín (1932-1933). A lo largo de la breve y turbulenta vida de la Bauhaus, las interpretaciones de la política de la entidad variaron enormemente. El liderazgo eclécticamente progresista de Walter Gropius en Weimar dio paso a un periodo en Dessau políticamente más neutral.