Los pobres siempre son el problema...
Con el sistema Speenhamland, nacido en 1795 en la pequeña ciudad de Berkshire que le da su nombre, se produce un nuevo punto de inflexión [ver la primera parte] que se extenderá a todo el país a través de la Speenhamland Act. Su principio fundamental consiste en pagar a las familias una suma de dinero igual a la diferencia entre el ingreso ingreso disponible de la familia y un ingreso garantizado. Este último se define de acuerdo con un baremo preciso, indiciado sobre el precio del pan y sobre el número de personas de la familia.
De las leyes inglesas sobre los pobres a la denuncia moderna de la ayuda social
La idea de que hay que obligar a los pobres a trabajar y ayudar solo a los verdaderos pobres, se sustituye por otra: se debe garantizar un ingreso suplementario para garantizar un nivel de vida mínimo. Es en cierto modo el antepasado de la RSA (Ingreso de solidaridad activa) que existe hoy en Francia [o de las rentas mínimas de inserción, que con nombres diversos, se conceden en el Estado español por las Comunidades Autónomas, ndt]. Pero puso en cuestión a las empresas clasificatorias que separaban el trigo de la paja: los verdaderos pobres e indigentes, por un lado, y los ociosos depravados y/o delincuentes, de otro. La frontera entre las categorías de desempleados y pobres se borra, y comienza a emerger lo que ahora se llamaría pobreza laboral.
Obviamente, las razones de tal inflexión no están solo en el mundo de las ideas. El período anterior al establecimiento del sistema de Speenhamland se caracterizó por un deterioro de la situación de los más pobres, cuyo número aumentó constantemente. Las cosechas de 1794 y 1795 fueron catastróficas y el precio del pan explotó durante el año 1975.