Una muestra de aquella visión de la ciudad de entreguerras que los dos amigos compartieron se puede visitar estos días en las salas de CaixaForum Madrid
Se conocieron en noviembre de 1930 en el café Le Dôme de Montparnasse y, aunque han cambiado de barrio, noventa años más tarde siguen compadreando en el cementerio parisino de Montmartre. El fotógrafo húngaro Brassaï y el escritor norteamericano Henry Miller habían nacido en continentes distintos pero con los mismos ojos, como sugería el novelista manco y marrullero Blaise Cendrars, amigo y enemigo, según días, de los dos.Alfred Perlès, buen novelista sin éxito y compañero de piso de Miller durante Los días tranquilos en Clichy, relata que Brassaï y el escritor emigrado de Brooklyn conectaron al instante, a pesar de que el fotógrafo no entendía ni papa de inglés y el norteamericano ni siquiera chapurreaba el francés, y menos el húngaro, lengua natal de Gyula Halász (Brassaï es un seudónimo en honor a Brașov, su ciudad transilvana natal).“En Trópico de cáncer doy una impresión de las calles de París que corresponde perfectamente con las fotografías de Brassaï. Las paredes, los graffiti, el cuerpo humano, los asombrosos interiores, todos los elementos separados y entremezclados de la ciudad forman en su conjunto un gigantesco laberinto. Y, tanto como con sus fotos, me recreo con sus investigaciones sobre Spengler, Dalí y los surrealistas, los poceros y los burdeles”, escribía un todavía inédito Miller al agente literario Frank Dobo después de haber visitado el taller del húngaro y contemplado su obra. Miller era un indigente que vivía principalmente del gorroneo y Brassaï se ganaba a duras penas el pot au feu vendiendo cromos de moda y estampas de sucesosUna muestra de aquella visión del París de entreguerras que los dos amigos compartieron se puede visitar estos días en las salas de CaixaForum Madrid, pues varios de los trabajos del Brassaï de aquellos años se incluyen en la exposición Cámara y ciudad. La vida urbana en la fotografía y el cine. Esta exposición colectiva, montada con fondos prestados por el Centre Pompidou, incluye en su nómina a artistas como Henry Cartier-Bresson, Philippe-Lorca diCorcia, Barbara Probst, Paola Yacoub, Viktoria Binschtok… y el Brassaï de la colección Paris la nuit, su primer libro, publicado en 1932 y que preparó en el curso de sus vagabundeos noctívagos, marginales, canallescos, mendicantes, delincuenciales y no poco prostibularios con Miller (hoy muchos de sus pasajes sobre les filles de joie hay que leerlos con una pinza en la nariz por su insoportable machismo, pero siguen destilando una ternura hacia la mujer mercantilizada de la que carecen muchos piadosos puteros).