Aprendiendo a pesar y a tener esperanza con Santiago Alba Rco...
El cerebro es conflictivo y nada sabe de persuasión y argumentación: sólo cambia de fanatismo por conversión religiosa. Ningún botón de muestra más elocuente en estos días que el del nacionalismo, el más cerebral de los conflictos
La mariposa y la polis
En un pasaje del Critias Platón describe la fragilidad de nuestro mundo, volteado por catástrofes periódicas que, como ocurrió con la Atlántida, sumergen cada cierto tiempo civilizaciones enteras y a las que sólo sobreviven –dice el filósofo– “algunos insectos, algunos nombres y algunos hombres iletrados y cerriles”. Eso decía Platón o eso creía yo que decía, porque volviendo ahora a la cita original descubro que los insectos los he añadido de mi propia cosecha. La explicación es sencilla: cada vez que utilizaba de memoria esta frase platónica comparaba la dureza de los nombres con la de los insectos y, a fuerza de explotar la metáfora, los insectos y su inmortalidad proverbial se incorporaron de manera natural, como para completarlo, al texto griego. La Vida, lo sabemos, es un vasto arbusto bacteriano más que un ciprés puntiagudo coronado por el Homo sapiens, y la zona media de los eucariotas, la más frondosa, la dominan varios millones de especies de insectos que, según todos los pronósticos, van a sobrevivir al apocalipsis. Así que mi cita con insectos es más completa y más platónica que la cita de Platón sin ellos.
Esa frase del Critias, que de joven se me antojaba sombría y pesimista, hoy me parece colmada de alegres e infundadas esperanzas.