En una nueva era en la enseñanza de lenguas tenemos la oportunidad de poner el foco sobre el multilingüismo con cambios estructurales que fomenten realmente la inclusión.
Ser padre es maravilloso. Y ser padre siendo científico cognitivo que estudia la adquisición y gestión de lenguas es aún más maravilloso. Oier, el pequeño laboratorio andante que tengo en casa, es una fuente inagotable de ideas y de sorpresas relacionadas con la psicolingüística y el estudio científico del multilingüismo. Él está creciendo en un entorno bilingüe, y muestra una habilidad sorprendente para procesar cosas en cualquiera de sus lenguas.Pero lo que más me sorprende es que, con apenas dos años, comienza a diferenciar las conversaciones en las que corresponde una lengua y no otra, ajustando su reducido repertorio léxico a cada una. Y es que el sistema de gestión de lenguas es un chaleco salvavidas que los bilingües llevan siempre puesto para nadar en contextos lingüísticamente muy demandantes.Como perros y gatosLa adquisición de lenguas no es algo exclusivo de la tierna infancia, por supuesto. Uno puede fácilmente imaginar multitud de escenarios en los que personas de diferentes edades pueden enfrentarse al aprendizaje de una lengua diferente a la nativa.Pero, a pesar de los múltiples modos o contextos en los que se puede adquirir una lengua no nativa, hay dos aspectos que trascienden a factores situacionales concretos y que gobiernan la comunicación bilingüe: las traducciones y la necesidad de gestionar las lenguas para evitar intrusiones. Y como veremos a continuación, estos dos aspectos son como perros y gatos, que, aunque a priori estén enfrentados, habrán de entenderse para favorecer la coexistencia lingüística dentro de un mismo cerebro.