Ayer nos enteramos de que habían encontrado el cadáver de Olivia (6 años), una de las pequeñas hermanas desaparecidas en Tenerife cuando estaban con su padre, Tomás Gimeno. Tomás Gimeno había llamado a su exmujer, la madre, para decirle que nunca más volvería a ver a sus hijas.Ayer nos enteramos de que fue su pareja quien arrojó a Elena Lavigni (21 años) por el balcón de un hotel de la ibicenca Platja d’en Bossa.Ayer nos enteramos de que el ex novio de Rocío Caíz (17 años) confesaba el asesinato y descuartizamiento de la chica.Ayer nos enteramos de que VOX vuelve a cargar contra un mural feminista cuya única, mayor y mejor característica consiste en dejar constancia de la lucha de varias feministas.Ayer se difundieron las imágenes del tenor Plácido Domingo, acosador y agresor machista confeso, donde un auditorio entero, el del Nacional de Madrid, abrigaba y daba respaldo a base de minutos de aplausos al agresor.Ayer la evidencia volvió a su explosión habitual de dolor, rabia, masculina inacción y biempensante pasmo. Todo eso que conocimos ayer está conectado. No se llaman "monstruos", se llaman machismo e impunidad.
Fragmento del clásico de los 70 recientemente publicado con ese título en Editorial Continta Me Tienes
¿Qué han pensado y qué han sentido los psicólogos y psiquiatras estadounidenses contemporáneos acerca del feminismo? ¿Cuál ha sido su comportamiento con respecto a él, como ideología, como movimiento y como algo que ha ejercido una influencia en las mujeres que son sus pacientes? En público, su comportamiento ha sido idéntico al de cualquier otro colectivo: risas nerviosas, confusión deliberada, sutileza, crueldad maliciosa, solidaridad mal entendida, aburrimiento, hostilidad, condescendencia y capitalismo comercial y académico.En 1969, algunas de nosotras constituimos la Association for Women in Psychology. En 1970, tomé la palabra en un multitudinario congreso de la Asociación Estadounidense de Psicología. Exigí indemnizaciones simbólicas para las pacientes psiquiátricas (para tasas judiciales, educación, vivienda, etc.). La cantidad de dinero exigida equivalía al dinero que las psicólogas habían abonado en cuotas de asociadas durante un periodo de cinco años, un dinero que nunca se destinó a mejorar la estabilidad laboral ni a crear oportunidades de ascenso para esas profesionales relativamente privilegiadas. Mi demanda fue recibida con una carcajada sonora y hostil, a la que siguió después la diplomacia hostil del “procedimentalismo” burocrático. Huelga decir que nunca recibimos ningún dinero para tal fin, pero la mayoría de las mujeres que participaron en esa demanda fueron ponentes invitadas en la convención de 1971.