Tras finalizar la Guerra Civil en España, miles de libertarios huyeron en busca de libertad. Aunque apenas se les ofreció ayuda desde las instituciones del momento, la CNT pudo recomponerse a lo largo del tiempo hasta el día de hoy, cuando los actos de reparación continúan silenciando su historia.
El desarraigo del que hablan las cartas del exilio a partir de los años ochenta consiste en soledad. Pura y dura
Hay dos palabras que son las que más se repiten en las cartas que se escribieron desde el exilio. Una es olvido. Del olvido, del miedo a desaparecer de la memoria, nos hemos ocupado ya en esta serie dedicada a la correspondencia de los ancianos republicanos españoles que continuaron siendo exiliados y exiliadas en la España de la transición y de la democracia. La soledad es la otra palabra que siempre acaba apareciendo en esta correspondencia triste y dura. Fuertes como los versos del poeta son las cartas de los exiliados y exiliadas que escriben, ya ancianos, derrotados y sin esperanza, para hablar a pecho descubierto de su soledad, de sus vidas tristes y vacías, “sus desgraciadas vidas”, según sus propias palabras. Burdeos 29 de diciembre 1985Muy señores nuestros.Les escribo en nombre de mi esposa y en el mío propio para agradecerles los regalos que han tenido la gentileza de enviarnos.Estamos tan poco acostumbrados a recibir atenciones, que la de ustedes nos llega al corazón.Ahora quisiéramos ir a Madrid y acercarnos al Mediterráneo, pero sujetos unas veces al médico y otras a otras cosas, aquí estamos en este hoyo enfermando mas bien que curándonos sin saber qué hacer.Afectuosos saludos de estos desgraciados antiguos refugiados S. J . y C.C. de J.
Burdeos 29 de diciembre 1985Muy señores nuestros.Les escribo en nombre de mi esposa y en el mío propio para agradecerles los regalos que han tenido la gentileza de enviarnos.Estamos tan poco acostumbrados a recibir atenciones, que la de ustedes nos llega al corazón.Ahora quisiéramos ir a Madrid y acercarnos al Mediterráneo, pero sujetos unas veces al médico y otras a otras cosas, aquí estamos en este hoyo enfermando mas bien que curándonos sin saber qué hacer.Afectuosos saludos de estos desgraciados antiguos refugiados S. J . y C.C. de J.
Los exiliados españoles recuerdan en sus cartas su lucha contra el fascismo. “El esquema de la Transición era que la gente que había sufrido la persecución, cárcel o exilio se muriera sin hablar”, dice el presidente de la ARMH
A finales del año 2007, R. L. rememoraba unas palabras de Federica Montseny en la carta que dirigía a los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles, la asociación que desde 1984 ofrecía apoyo económico y moral a un grupo de españoles que permanecían en el exilio en sur de Francia.“…. Recuerdo lo que decía mi amiga Federica Montseny, que si cada uno de los refugiados escribiera lo que hemos vivido podría alzarse un gran monumento. Yo no necesito ningún monumento, pero sí que dejo mi testimonio todas las ocasiones que se presentan”.R. L. 15 de diciembre de 2007.La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica se presenta en su web con esta declaración de intenciones: “Que nadie nos robe la historia ni el dolor ni la memoria. Es la memoria de todos”. Y, a continuación, añade: “¿Por qué los padres de la Constitución dejaron a mi abuelo en una cuneta?”. Emilio Silva, presidente de esta asociación creada en el año 2000 y cuya actividad ha sido decisiva para el empuje dado a la reparación y reconocimiento de las víctimas del franquismo, responde así: “El esquema de la Transición era que la gente que había sufrido la persecución, cárcel o exilio se muriera sin hablar. Los nietos hemos sido un accidente. Se pretendía que la historia se estudiara en archivos cuando ya hubieran muerto los que hicieron la guerra. No interesaban sus testimonios”.
“…. Recuerdo lo que decía mi amiga Federica Montseny, que si cada uno de los refugiados escribiera lo que hemos vivido podría alzarse un gran monumento. Yo no necesito ningún monumento, pero sí que dejo mi testimonio todas las ocasiones que se presentan”.
El miedo a no ser recordados y la alegría que sienten al saberse rememorados invaden la correspondencia de los republicanos españoles en Francia
A lo largo de tres décadas largas que comenzaron en 1985, la Asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE) mantuvo de manera constante una relación epistolar con exilados que continuaba su vida en el sur de Francia. Oficialmente, pasaron a denominarse antiguos refugiados una vez llegada la democracia a España, aunque se les conoció siempre, desde que Nancy McDonald fundó Spanish Refugee Aid (SRA) en 1953, como los olvidados, o los olvidados de los olvidados, o los silenciados. Nombres muy acertados para este grupo de españoles que huyeron de España cruzando los Pirineos a pie, pasaron por campos de concentración, y lucharon en la II Guerra Mundial. Una de las palabras que más se repite en sus cartas es olvido. El miedo a ser olvidados, saber que se les ha olvidado o la alegría cuando se sienten recordados son temas recurrentes cuando escriben. También, que ellos no olvidan:Querida compatriota Caparrós .En primer lugar le comunico que los giros fueron en nuestro poder. Una vez más nuestro profundo agradecimiento a las personas que con su forma de proceder inyectan moral a los que por su edad y sufrimiento todo lo que vemos a nuestro alrededor es oscuro.
Querida compatriota Caparrós .En primer lugar le comunico que los giros fueron en nuestro poder. Una vez más nuestro profundo agradecimiento a las personas que con su forma de proceder inyectan moral a los que por su edad y sufrimiento todo lo que vemos a nuestro alrededor es oscuro.
Con ese panorama nace en 1983 la asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE), volcada en el apoyo económico y moral que tanto necesitan los cientos de ancianos españoles que sobreviven en el sur de Francia desde que acabó la guerra, sin que sus vidas hayan mejorado mucho desde entonces. Más bien ahora tienen que añadir a la dureza de su existencia las complicaciones que llegan con la edad. Son españoles y españolas que han envejecido ausentes y lejos de su tierra, que sobreviven con pensiones mínimas (del gobierno francés), muchos de ellos mutilados, enfermos y muy solos. Hace ya cuatro décadas que se les llama refugiados, refugiados de un fascismo contra el que lucharon y del que escaparon cruzando los Pirineos a pie. Han pasado cuarenta años desde que sus vidas están rotas, desde el destierro, los campos de concentración, la muerte de los más queridos; pero han conservado el orgullo y el recuerdo de haber luchado por la libertad y los derechos de los trabajadores; para ellos, España es la España republicana por la que pelearon y a la que siguen soñando regresar, aunque sepan que es imposible. Ellos no han olvidado.En Spanish Refugee Aid (SRA), imprescindible organización norteamericana cuya actividad ha sido crucial para los exiliados españoles más desfavorecidos, preocupa la situación de los ya ancianos republicanos de la región del Mediodía francés (Toulouse, Montauban...) tras la llegada de la democracia a España. Entre otras cosas, porque muchos de sus colaboradores han retirado las aportaciones que venían dando desde hace tres décadas, convencidos de que ya no son necesarias. Para mentes democráticas como las suyas, el nuevo aire de la política en España debiera incluir medidas que dignifiquen la vida de las víctimas del franquismo.