Atiendan a esta historia. El 28 de julio de 1900, el rey de Italia, Humberto I de Saboya, cenaba en un restaurante de Monza cuando se fijó en que el dueño se le parecía mucho. Cuando le preguntó su nombre, se sorprendió al saber que se llamaba igual: Humberto. Pero las coincidencias iban mucho más allá.
Ambos habían nacido el mismo día en la misma ciudad (Turín), se habían casado el mismo día con una mujer que tenía el mismo nombre (Margherita) y el mesonero había abierto su restaurante el mismo día que el rey había sido coronado. A la mañana siguiente, el dueño del restaurante fue muerto a tiros en una cacería. Pocas horas después, un anarquista se abalanzó sobre el rey y lo asesinó de tres disparos.Este es un ejemplo de lo que se ha llamado en llamar “doppelgänger” o fenómeno del doble, término alemán que significaría “el que va dos veces” o “el doble andante”. No hay que confundirlo con la bifocalia (don de la ubicuidad), en la que una misma persona estaría en dos o más lugares simultáneamente. El doppelgänger sería otro ser exacto a nosotros que tiene entidad independiente y voluntad propia (sosias). Abundan en la mitología y muchos lo identifican con el “alter ego” o incluso con el “gemelo malvado” que tanto juego ha dado en la literatura y en el cine. A día de hoy existe una leyenda urbana que dice que cada uno de nosotros tenemos a un doble idéntico en alguna parte del mundo.