Las dictaduras de nuestros días (1935), escrito por Andreu Nin, supo advertir cómo los sistemas occidentales estaban promulgando un régimen del gobierno extralegal dándole un barniz democrático para disimular su significado real.
Cuando en Europa suben en las encuestas todos los partidos situados a la derecha de los conservadores —desde euroescépticos hasta nacional-populistas y ultraderechistas, todos ellos agrupados de una manera un tanto precipitada dentro de la última categoría—, el reflejo de muchos comentaristas es el de retornar al período de entreguerras, la época del ascenso de los fascismos y los autoritarismos. Las dictaduras de nuestros días, de Andreu Nin, es una de las obras más conocidas y destacadas de aquellos años, escrita, en palabras de Nin, en el “ambiente más bien casero de la vida intelectual de nuestro país”.Las dictaduras de nuestros días es una réplica a Las dictaduras, de Francesc Cambó, pero mientras el libro de Cambó ha pasado al olvido, el de Nin no lo ha hecho. Una relectura es suficiente para ver los motivos: una crítica, fundamentada con datos y atenta a la historia, al análisis apriorístico del político regionalista y que también buscaba desmontar las interpretaciones más extendidas entre la intelectualidad burguesa del momento sobre el surgimiento del fascismo.Todo ello, obviamente, dentro de las limitaciones del autor —reconocidas por el propio Nin en el prólogo—, que en el momento de redactar el texto aún residía en Moscú y, por lo tanto, disponía de un acceso limitado a determinados datos y obras, y también porque el propio fenómeno analizado estaba desarrollándose (el nazismo, por ejemplo, no había llegado todavía al poder en Alemania).