Los datos podrían estar indicándolo: la capa de hielo está en un punto crítico. El análisis se basa en una peculiaridad estadística de los sistemas que van a colapsar. Las señales de aviso estadísticas apuntan a que la capa de hielo de Groenlandia empezará pronto a descomponerse de modo irreversible.
Las señales de aviso estadísticas apuntan a que la capa de hielo de Groenlandia empezará pronto a descomponerse de modo irreversible. Las oscilaciones anuales de la capa de hielo del oeste de Groenlandia presentan signos de un fenómeno denominado critical slowing down, o «lentificación crítica», tal y como explican Niklas Boers, del Instituto de Potsdam de Investigaciones del Clima, y Martin Rypdal, de la Universidad Ártica Noruega, en Tromsø. Esta peculiaridad estadística indica que un estado que hasta este momento era estable ahora es inestable y podría pasar enseguida a un estado estable nuevo. También para los climatólogos es señal de la cercanía de un punto crítico del sistema climático. Boers y Rypdal la interpretan, en concreto, como indicio de que la capa de hielo de Groenlandia se acerca a un «punto de vuelco climático» a partir del cual se activa un círculo vicioso y se funde irreversiblemente.
Fragmento de ‘¿Qué hacer en caso de incendio? Manifiesto por el Green New Deal’, que publica Capitán Swing
«Quiero que actuéis como si nuestra casa estuviera en llamas. Porque lo está».Greta Thunberg en el Foro de DavosNuestra casa común está en llamas. El capitalismo industrial, que lleva doscientos años quemando combustibles fósiles para acelerar su persecución infatigable de beneficio económico, ha alterado radicalmente el clima del mundo. Y esto no es un relato científico o mediático: es ya una experiencia cotidiana de la que todo el mundo puede dar buena cuenta con ejemplos sencillos. Árboles que florecen prematuramente, refranes que ya no se cumplen, o tomarse las cañas de Navidad en manga corta, como si viviéramos en el hemisferio sur, son experiencias cada vez más normales. Apenas pequeñas olas, en nuestras todavía apacibles orillas, de la gran tormenta histórica que se está gestando mar adentro. Y que ya agita el planeta en forma de guerras exacerbadas por sequías o éxodos migratorios de proporciones bíblicas. Hoy ya vivimos en un planeta un grado más caliente que el de nuestros tatarabuelos. A finales del siglo xxI, los nietos de nuestros hijos nacerán en un mundo en el que los gases de efecto invernadero habrán podido añadir medio, uno, dos o hasta tres y cuatro grados más a nuestra fiebre planetaria. Si finalmente la temperatura del incendio sube más, puede que sencillamente no haya nietos.
«Quiero que actuéis como si nuestra casa estuviera en llamas. Porque lo está».Greta Thunberg en el Foro de Davos