En el primero de los siete ensayos incluidos en 'Modos de ver', John Berger habla sobre el impacto de todo lo que constituye la identidad de un individuo sobre su percepción del mundo, y afirma que todo lo que uno ve está afectado por su conocimientos o creencias sobre el mundo
En este artículo sostengo que los mecanismos literarios –y de manera más específica el recurso del personaje-narrador en primera persona– ilustran los argumentos filosóficos planteados por John Berger en su libro Modos de ver. Esta afirmación concierne en particular a dos argumentos de Berger: “Toda imagen encarna un modo de ver[1]” y “Los hombres actúan y las mujeres aparecen”[2]. Justificaré el argumento tomando en consideración cómo las estructuras narrativas empleadas por Maupassant y Gide hacen más inmediato el carácter tangible de ambas afirmaciones. En primer lugar trataré de demostrar cómo esas estructuras narrativas, unidas a otros mecanismos literarios, como el uso de la ironía, muestran al lector cómo afecta la subjetividad de los personajes a sus percepciones del mundo. Después, expondré cómo el uso de la primera persona por parte de los narradores masculinos, al igual que las minuciosas descripciones físicas de los personajes femeninos, ponen de manifiesto la diferencia entre la presencia social de los hombres y la de las mujeres.