El estilo figurativo está en alza en las subastas. Lejos de ser un contrapeso del panorama sociopolítico de caos, es un reflejo de las comodidades de las que disfrutan las capas altas de la sociedad
Los ricos ya no quieren arte abstracto
Untitled (c. 1976), de Willem de Kooning. | Berardo Collection, Centro Cultural de Belem, Pedro Ribeiro Simões
Últimamente, el arte abstracto cotiza a la baja en el mercado. Las subastas de arte contemporáneo de Phillips, Christie’s y Sotheby’s, realizadas en Londres el marzo pasado y en Nueva York este mayo, demostraron que los resultados del pasado otoño no habían sido una anomalía. Importantes obras abstractas de Burri, Mark Bradford y Rudolf Stingel tampoco habían conseguido venderse.
De forma simultánea, el arte contemporáneo figurativo ha ido en aumento. Obras relativamente inteligibles y claramente políticas de gente como Gerhard Richter y Adrian Ghenie se vendieron por cifras cuantiosas en los últimos remates que se llevaron a cabo en las tres casas de subastas. En las últimas subastas de arte contemporáneo y del siglo XX, Christie’s ha confiado en algunos cuadros figurativos y soleados, como por ejemplo los de David Hockney, dos de cuyas obras se vendieron por un montante conjunto de 139 millones de dólares en la subasta de otoño. Phillips, en cambio, ha comenzado a confiar en los mensajes sencillos y las sensibilidades de cultura pop de Kaws. Durante la más reciente subasta primaveral de arte contemporáneo de Phillips, que tuvo lugar en mayo en Nueva York, uno de los lotes más grandes era un cuadro de Kaws que representaba a Bob Esponja con equis en los ojos