Es oficial: la aviación comercial supone al menos un 5,9% de la contribución humana a la crisis climática y no un 2% como defendía la industria. Los constructores aeronáuticos contraatacan enarbolando la bandera de la innovación tecnológica y el avión verde, pero este está muy lejos de ser una realidad.
Durante décadas, la industria aeronáutica ha defendido que su contribución a la emergencia climática es mínima, apenas un 2%. Pues bien, la Comisión Europea, a raíz de un informe de la Agencia Europea de Seguridad Aérea, reconocía el pasado 24 de noviembre que el impacto de los ingenios que surcan el aire es tres veces superior, como ya había adelantado un estudio publicado en la revista Atmospheric Environment redactado por 21 científicos de centros de investigación y universidades europeas y estadounidenses.El baile de cifras es simple. Hasta ahora, solo se contaba con los efectos del dióxido de carbono (CO2) emitido por los aviones. Pero con las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) y sus derivados, el hollín, los aerosoles de sulfatos y el vapor de agua, así como el impacto de una mayor nubosidad inducida debido a la estelas de condensación —que favorecen la formación de nubes altas que aumentan la temperatura de la superficie y bloquean la salida de calor de la misma—, las emisiones de gases efecto invernadero se elevan hasta un 5,9% del total generadas por el ser humano, con cifras de 2018.
Durante la última fase del boom de la construcción en España, allá por el 2007, poco antes de que la crisis financiera nos despertara del sueño de un crecimiento ilimitado, yo tenía doce años y empezaron a concienciarnos en el instituto sobre el agujero de la capa de ozono y los efectos adversos del cambio climático.
Como botón de muestra he seleccionado seis poemas de seis comprometidos autores búlgaros de diferentes generaciones que, desde distintos estilos, orígenes y movimientos poéticos comparten una preocupación común por el apocalíptico colapso climático que nos adviene. El primer poema, de la poeta búlgara afincada en España Zhivka Baltadzhieva, fue escrito por la autora en ambos idiomas, mientras que las demás versiones en español están traducidas por mi.