En la mítica escuela se admitió a estudiantes, pero se las apartó de los principales talleres, vinculando su formación a otras disciplinas como los estudios de los tejidos
Los archivos muestran que había mayoría femenina entre los estudiantes de la Bauhaus. Pero que se consideraba que esta presencia de la mujer en una escuela de diseño perjudicaría a su imagen de cara a mostrarla como un centro de vanguardia. Por eso, trataron de dirigirlas hacia los talleres de textiles, hacia lo que parecía epidérmico de la arquitectura, mientras que la concepción espacial quedaba reservada a los hombres. Pero, gracias al talento y determinación de estas jóvenes y de las que fueron sus profesoras, estos talleres desbordaron los límites que les habían establecido y fueron, al menos, tan destacados como los destinados a los estudiantes masculinos. Se ha entendido la Bauhaus como un hito en el avance del diseño de objetos y la democratización del arte aplicado por tratar de producir en serie, desde una industria renovada gracias a la nueva mirada. Sin embargo, pocas veces pasaron de ser prototipos que ahora son admirados, pero producidos de forma limitada y a precios que están lejos de ser populares. En cambio, los primeros talleres rentables de la Bauhaus fueron los de cerámica y textil. Estos recibían encargos de la industria y colaboraban en la financiación de la escuela.
Actualmente, la palabra Bauhaus evoca un diseño lúcido y funcional con un vago tufillo de modernidad revolucionaria. La escuela, pese a su vida relativamente corta, dio forma de muy diversas maneras a la experiencia moderna, desde el diseño de las letras que leemos hasta la ordenación de las ciudades que habitamos.
Una línea recta de influencia, como sostiene el arquitecto y crítico Mark Wigley, conecta la Bauhaus con los teléfonos móviles inteligentes que ahora mediatizan y organizan la vida de mucha gente. Wigley no entendió esto como un cumplido. Mientras que la forma minimalista e intuitiva de un iPhone da la impresión de una honestidad inexpresiva, esa misma forma puede ayudar a oscurecer realidades sociales: minería, explotación, vigilancia omnipresente. Estas contradicciones eran tan características de la Bauhaus como sus líneas claras y sus colores primarios.La Bauhaus conoció tres periodos: primero fue una escuela multidisciplinaria de artes y oficios en Weimar (1919-1925), después un instituto de diseño orientado a la producción en Dessau (1925-1932) y finalmente una escuela de arquitectura privada en Berlín (1932-1933). A lo largo de la breve y turbulenta vida de la Bauhaus, las interpretaciones de la política de la entidad variaron enormemente. El liderazgo eclécticamente progresista de Walter Gropius en Weimar dio paso a un periodo en Dessau políticamente más neutral.
“¿Qué tienen que ver con la Bauhaus unas escaleras mecánicas en Medellín, unos caracteres gráficos en Amán, unos muebles de Londres, una iniciativa de agricultura urbana en Detroit y unas viviendas sin paredes en Tokio?”, se preguntan en el documental Mundo Bauhaus que difundió la Deutsche Welle (DW) para conmemorar el centenario de su fundación este primero de abril ¿Qué tienen en común cientos de edificios y rascacielos del llamado “Estilo Internacional” erigidos en muchos países, con la Bauhaus?
“¿Qué tienen que ver con la Bauhaus unas escaleras mecánicas en Medellín, unos caracteres gráficos en Amán, unos muebles de Londres, una iniciativa de agricultura urbana en Detroit y unas viviendas sin paredes en Tokio?”, se preguntan en el documental Mundo Bauhaus que difundió la Deutsche Welle (DW) para conmemorar el centenario de su fundación este primero de abril ¿Qué tienen en común cientos de edificios y rascacielos del llamado “Estilo Internacional” erigidos en muchos países, con la Bauhaus? El diseño contemporáneo –arquitectónico, industrial, gráfico, tipográfico, de mobiliario, de cerámica, etcétera– hunde sus raíces profundas en la Bauhaus de 1919. Esta escuela se constituyó como una auténtica vanguardia artística y arquitectónica, la más importante en la historia del siglo XX, que trasciende hasta nuestros días.Weimar, Gropius y la BauhausPocas semanas después de ser asesinados en Berlín el 15 de enero de 1919 los revolucionarios Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht se funda la Bauhaus en la ciudad de Weimar. Producto de una revolución proletaria en noviembre de 1918 y de la derrota de la insurrección de enero de la Liga Espartaquista –aplastada violentamente por el ala derecha de la socialdemocracia encabezada por Friedrich Ebert– la República de Weimar surge de una asamblea nacional el 11 de agosto. La derrota de Alemania significó una humillación para la naciente y poderosa burguesía germana que después emprendería, comandada por Hitler y sus huestes nazis, afanes imperialistas y nuevamente una guerra mundial. La abdicación del Káiser Guillermo II, el fin de la guerra y la desaparición del II Reich desembocaron en el nuevo régimen republicano. Con la derrota estalló una crisis económica, social y política, pero también una efervescente creatividad en las artes y las ciencias. Este régimen tuvo vigencia de 1919 a 1933, precisamente la vida de la Bauhaus. A partir de 1920, inicia un gran florecimiento cultural y artístico, como bien señala el historiador Eric Weitz: “El espíritu de la revolución creó la sensación de que se abría un nuevo futuro, de posibilidades ilimitadas, que podía desarrollarse de forma más humanitaria. Y ello explica a su vez gran parte de los movimientos innovadores durante la República… La elite conservadora impugnó a la República de Weimar en su totalidad. El trabajo de los artistas, pensadores y arquitectos… fue muy cuestionado por los conservadores. Se trataba de la derecha establecida: los aristócratas, altos funcionarios, oficiales de las fuerzas armadas, banqueros, gente de la iglesia, que no sólo eran antisocialistas y anticomunistas, sino también antidemocráticos. La revolución de 1918/19 dejó intacto su poder.