José María Herrera es capaz de dar vida como nadie a estas viejas historias...
Hay motivos razonables para sospechar que Arturo era más que estéril. Varios estudiosos han llegado a barajar la hipótesis de que el Santo Grial no fuese lo que siempre se dijo, sino el nombre sublimado de un remedio contra la impotencia
La tumba del rey Arturo - Frontera Digital
Como el resto de las provincias occidentales, Britania sufrió un larguísimo período de caos tras el colapso del Imperio Romano. Durante mucho tiempo nadie fue capaz de reunir el poder necesario para restablecer el orden que habían garantizado las legiones. El surgimiento de nuevas monarquías y la recuperación de antiguas alianzas tribales no ayudaron a restaurar el equilibrio habido hasta entonces, sino que incrementaron incluso la confusión. Por si fuera poco, los fuertes contingentes de anglos y sajones que habían acudido a la isla para servir como mercenarios a los britanos en su lucha contra pictos e irlandeses, optaron por quedarse allí y tratar de conquistar el territorio. La figura del rey Arturo, último defensor de una civilización que agonizaba, se alza en aquel desorden igual que un relámpago que ilumina la noche y luego se apaga dejando el recuerdo de un brillo cegador.
Para un hombre tan ambicioso, había efectivamente mucho que hacer en aquellas circunstancias y aunque consiguió, por un tiempo al menos, que la anarquía no aniquilara todo vestigio de vida civilizada, al final su obra se desplomó de golpe sin dejar la menor huella. ¿Dónde está Camelot?, ¿qué queda del poderoso reino de Arturo? Hasta tal punto fue profundo y definitivo su fracaso que la historia misma no puede asegurar que fuese un personaje real. Ni los documentos ni la arqueología acreditan su existencia. De no ser por los trovadores que a partir del siglo XII cantaron sus gestas, el nombre de Arturo hace mucho que no diría nada a nadie. Claro que tampoco ellos elogiaron al héroe capaz de enfrentarse al caos o defender el país de los extranjeros invasores; lo que les interesaba sobre todo era el noble caballero cristiano entregado a la defensa de los inocentes y la búsqueda del Santo Grial, la copa que contenía el vino que Jesús bendijo y repartió entre sus discípulos durante la Última Cena