En este texto inédito, el antropólogo David Graeber y el arqueólogo David Wengrwow muestran que la ideología del progreso fue una reacción conservadora contra la difusión de las ideas de Kandiaronk, una especie de Sócrates amerindio, para justificar las desigualdades occidentales.El antropólogo David Graeber (DG) trabajaba desde hacía siete años con el arqueólogo David Wengrwow (DW) en una obra consagrada a la historia de las desigualdades. Un primer apunte de esta obra se publicó en 2018.
El antropólogo David Graeber (DG) trabajaba desde hacía siete años con el arqueólogo David Wengrwow (DW) en una obra consagrada a la historia de las desigualdades. Un primer apunte de esta obra se publicó en 2018. En el se mostraba que el relato habitual según el cual la desigualdad de los hombres es el precio a pagar por las sociedades desarrolladas y su nivel de vida es mentira; en efecto, en un análisis de la historia larga, en torno a 50.000 años, DG y DW muestran que existían tanto pequeñas sociedades de cazadores-recolectores desiguales, como grandes ciudades extremadamente igualitarias. Incluso de forma aún más sorprendente, que había sociedades que podían ser muy igualitarias en verano y desiguales en invierno, o viceversa. Esta primera entrega se ha comentado abundantemente en los cenáculos intelectuales y sobre todo en Francia por Emmanuel ToddLa segunda entrega de la misma obra, aún inédita tanto en francés como en inglés, trata de la influencia de las sociedades amerindias entre los pensadores de la Ilustración en Occidente. En ella defienden que los textos fundadores de la Ilustración y de la Revolución Francesa, y sobre todo el texto de Rousseau, Sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, han estado fuertemente influidos por libros que relataban la crítica de los indios de América respecto a la sociedad occidental. Entre esos indios de América, destaca la personalidad de Kandiaronk como la de un Sócrates amerindio, brillante orador que fascinó a la élite occidental francesa y que pervirtió a la juventud occidental a medida que sus críticas de la sociedad occidental y de la religión cristiana, se difundían en el seno de dicha sociedad. Se defiende así que la ideología del progreso aparece así como una reacción conservadora contra la difusión de esas ideas para tratar de justificar las desigualdades occidentales, dado que según tal ideología, la desigualdad de los hombres sería el precio a pagar por el progreso técnico y la comodidad que aporta.
Su método, el estructuralismo, le alertó siempre de los peligros de dividir a las culturas entre las más y las menos civilizadas
Desconozco si Claude Lévi-Strauss pensaba en la isla de Utopía de Tomás Moro mientras escribía su artículo Todo al revés para el diario italiano La Repubblica, publicado el 7 de agosto de 1989. En todo caso, no parece descabellado pensarlo. El tema que allí trata es Japón y comienza recordando que veinticinco siglos antes un tal Herodoto de Halicarnaso se sorprendía en su viaje por el Nilo de que los egipcios se comportasen en todo al revés de los demás pueblos: las mujeres se dedican al comercio y los hombres se quedan en las casas y tejen; estos comienzan la trama por la parte inferior y no por la superior; las mujeres orinan de pie y los hombres agachados.A continuación, Lévi-Strauss equipara las impresiones de Herodoto con el trabajo que Basil Hall Chamberlain, profesor de la Universidad de Tokio, tituló Topsy-Turvidom (El mundo al revés) para su libro Things Japanese, donde afirmaba: “Los japoneses hacen muchas cosas de forma exactamente contraria a lo que los europeos estiman natural y conveniente; a los propios japoneses, nuestras maneras les parecen igual de injustificables”.