Tengo que confesar que también caí en la fiebre consumista del aguacate. Cualquier día me atraganto con uno

El estado de Michoacán es un territorio que está asediado por la violencia debido al monocultivo intensivo del aguacate.
La fiebre del aguacate. El fruto de la discordia en Michoacán
La fiebre por cultivar aguacate, fruto originario de Mesoamérica, al costo que sea solo encuentra explicación en su demanda. Estados Unidos compra miles de toneladas y el guacamole es la botana predilecta para ver el Super Bowl. Michoacán, cuna de este cultivo, es un territorio asediado por la violencia, donde los campesinos y pequeños productores se enfrentan a un monocultivo intenso, sequías frecuentes y la sobreexplotación de los recursos naturales. Hoy las ganancias del “oro verde” se antojan millonarias.
A los pocos días de la caída del muro de Berlín, en 1989, las personas que habían vivido en Alemania del Este se encontraron con que los supermercados estaban repletos de plátanos y la gente les regalaba racimos de éstos como gesto de bienvenida al mundo “libre”. Plátanos y chocolates eran, en Europa, símbolo de libertad; del otro lado del mundo, en cambio, en Centroamérica y el Caribe, estaban al centro de una realidad de trabajo forzado, destrucción de comunidades y erosión de la tierra. Modas y crisis no solo van de la mano, sino que forman parte de un ciclo perverso.