El capitalismo de plataforma anima a los jóvenes a venderse como marcas. Lo llama empoderamiento
Tiene que ser coña, fue nuestra primera reacción. No puede ser verdad. Parece como si viniera de una cuenta de memes surrealista, pero no, existía de verdad: Teen Boss, la jovial revista empresarial para chicas, que, hasta su último número publicado en diciembre de 2018, proporcionaba todo lo que una preadolescente influencer podría necesitar saber para: “¡CREA TU PROPIO CANAL DE YOUTUBE!”; “¡GANA DINERO RÁPIDO!”; “¡PROMOCIONA TU MARCA SIENDO TÚ MISMA!”.¿Qué engendro corporativo infernal era el responsable de esto? Pues, en realidad, era la compañía internacional Bauer Media Group, es decir, los creadores de J-14, un tabloide para niños sobre celebridades que se fundó en 1998 y, sorprendentemente, sigue publicándose. Teen Boss era una mutación del género, un tabloide de adolescentes sobre famoseo para una cultura sádica que se rige por la aspiración de hacerse famoso, en una era en la que los códigos sociales que antes solo eran aplicables a los famosos ahora resultan válidos para todos nosotros. Reinterpretaba el estilo propagandístico de Silicon Valley en un soporte mediático antiguo y prometía que ahora tú también podías llegar a ser famosa.
Leía ayer con sorpresa cómo en la red muchas personas expresaban su indignación ante las opiniones de unos adolescentes en el programa de Salvados, conducido por Jordi Évole, en torno a las relaciones sexuales. “La que nos espera”, decían. “Este país se va a la mierda”. “Menudos imbéciles”. “Así nos va”. Esas serían algunas de las críticas más suaves vertidas al ciberespacio. Es la adolescencia una época compleja de vida, quizás la que más. Todo parece contradictorio, las pocas certezas que tienes se derrumban sin previo aviso, las oportunidades pasan …
Los adolescentes de hoy tienen más formación (del 30% de abandono escolar en 2006 se ha pasado al 19% en 2016) , saben identificar lo que es justo y lo que no, sospechan que emosidoengañado, tienen curiosidad e interés por conocer otras culturas, dominan idiomas, conocen al dedillo las tendencias digitales y suelen preocuparse por su propia espiritualidad, más allá de los poderes que les rodean. Y sí, tienen contradicciones como las tuvimos nosotros, inseguridades como las que nos atormentaron y cometen locuras, como las que cometimos, que luego no son para tanto. Los problemas que les preocupa son nuestros propios problemas, por mucho que haya quien los tome como un universo aparte.Muchas veces se les minusvalora por una especie de inercia histórica. Todas las generaciones creen que los nuevos adolescentes no eran como los de antes. Y es cierto, no lo son, porque cada época es diferente, luego todas las generaciones somos diferentes. Pocas lecciones de moral podemos a los adolescentes unos adultos capaces de ensalzar figuras como Trump, Orban o Salvini y que están construyendo un mundo según el criterio de los mercados.