El pasado 17 de enero se cumplieron 60 años del asesinato de Émery Patrice Lumumba, el primer Primer Ministro de la actual República Democrática del Congo y una de las figuras más destacadas de los procesos de independencia africanos. Las acciones del propio Lumumba marcan la enorme talla del personaje que aún hoy sigue acogiendo bajo su sombra cualquier reivindicación de dignidad y soberanía en el continente.
En el día del aniversario de su asesinato por parte de aquellos que pretendían seguir expoliando el territorio del Congo más allá de su independencia, la figura de Lumumba ha vuelto a ser ampliamente reivindicada. Porque el pecado, o más bien la coherencia que llevo a Lumumba a la tumba (en sentido figurado, porque sus asesinos se deshicieron de su cadáver), no fue la reclamación de la independencia del Congo que las autoridades belgas ya habían asumido que tenían que conceder, sino el anuncio de que la riqueza del Congo serviría para edificar el futuro de los y las congoleñas y no para llenar los bolsillos de las empresas extranjeras. Ese es un atrevimiento que no se perdona.
Sesenta años después, en un contexto en el que crecen diversas corrientes que convergen en la reivindicación de la soberanía africana frente a las políticas y las medidas neocoloniales, la reivindicación de E. Patrice Lumumba es más representativa que nunca. Los actores de las sociedades civiles congoleña y muchos otros países del continente han vuelto a recordar su figura y el discurso que acabó costándole la vida y otros textos que no dejan de ser reclamaciones de un futuro mejor.
Además, en esta ocasión, hace ya unos meses que se anunció que durante este año las autoridades belgas devolverán a la familia de Lumumba un diente del padre de la independencia congoleña, los únicos restos que se conservan del político panafricano después de que sus asesinos se asegurasen de hacer desaparecer su cuerpo con la vana esperanza de hacer desaparecer su ejemplo.
Extraído de
https://www.elsaltodiario.com/actualidad-africana/entre-la-fuerza-de-los-hechos-de-museveni-y-el-ejemplo-esperanzador-de-lumumba