Los sindicatos vascos ELA, LAB, ESK y la central gallega CIG disponen de cajas de resistencia. La Intersindical catalana y la aragonesa Osta la están implementando. CGT y CNT abordarán este año en sus respectivos congresos la necesidad, o no, de activar un fondo solidario estructural.
Hubo 606 huelgas el pasado año, según los datos del Ministerio de Trabajo. El 47% se convocaron en la Comunidad Autónoma Vasca (224) y Navarra (59). Juntos, estos dos territorios apenas llegan a sumar 2,8 millones de habitantes. Representan el 6% de la población total del Estado. Los números y porcentajes importan: cuántas huelgas se convocan, cuántos trabajadores las secundan, cuántas jornadas no trabajadas acumulan, qué salario medio tiene dicha población y qué tasa de paro hay. Los números arrastran a la siguiente pregunta: ¿por qué Euskadi tiene un ecosistema de conflictividad laboral propio? Más allá de buscar respuestas sesgadamente ideológicas —“hay sindicatos soberanistas, a mí no me interesan”— y tratar de desprestigiarlos, los sindicatos mayoritarios vascos, ELA y LAB, y también uno más pequeño pero igualmente combativo, ESK, saben que los números importan, y mucho, cuando toca hablar de dinero y conflictividad laboral. Disponen de las cajas de resistencia más amplias del Estado. Son un espejo donde se miran de reojo otros sindicatos de contrapoder. Su estrategia de resolución de conflictos es radicalmente distinta a los sindicatos más representativos del Estado, CC OO y UGT. El sindicato ELA es el mayoritario en el País Vasco. Cerró el pasado año con 100.925 trabajadores afiliados y el 41% de delegados, seguidos por LAB (con un 20% de representación), CC OO (19%) y UGT (10%). Como les gusta decir en ELA, ni el Athletic tiene tantos socios. Su presupuesto anual ascendió a 22 millones, de los cuales el 92% corresponden a las cuotas. La suya es la más elevada del Estado: 23,64 euros la ordinaria. La reducida (11,82 euros) es más alta que la estándar de la mayoría de sindicatos, sean grandes, pequeños, estatales o territoriales. A pesar del precio, las nuevas [ provienen precisamente de los sectores con salarios más precarios.
19 track album
One of the most brilliant and productive jazzmen ever to have lived: French pianist, composer and arranger extraordinaire Jef Gilson.With his career spanning the best part of a century, Gilson has made music with a who’s who of European and American jazz greats, has written, performed on and recorded innumerable film scores, albums and 45s, ran the Palm jazz record label… yet despite all this the French jazzman remains criminally under appreciated by so many jazz fans. Look him up on the internet – there isn’t even a Wikipedia entry! We address this unfortunate situation by releasing 19 songs spanning decades of his recording career in our latest album JMANCD/LP.042 simply entitled Jef Gilson.
Regoyos, Darío de: Retrato de Dolores Otaño
En un nuevo Día Internacional de la Lucha Campesina, y a 30 años de la fundación de La Via Campesina internacional, el dirigente y economista João Pedro Stedile pasa revista a algunas de las principales experiencias de reforma agraria en la región y el mundo. El día 17 de abril del año 1996, 19 campesinos del Movimiento Sin Tierra de Brasil fueron asesinados en el municipio de Eldorado Dos Carajás, al sur del estado de Pará. El hecho sucedió durante una movilización pacífica, organizada para exigir la expropiación de tierras ociosas a los hacendados locales. Al día de hoy, la secular lucha campesina por la reforma agraria sigue siendo perseguida y criminalizada, en una de las regiones con los mayores índices de concentración de la tierra del mundo.
La Reforma Agraria puede ser caracterizada como un programa de gobierno que busca democratizar la propiedad de la tierra en la sociedad para garantizar su acceso, distribuyéndola a quienes quieran producir en ella o usufructuarla.Para alcanzar este objetivo, el principal instrumento jurídico utilizado prácticamente en todas las experiencias existentes es la desapropiación, por el Estado, de grandes haciendas, latifundios y su redistribución entre campesinos sin tierra, pequeños agricultores con poca tierra y asalariados rurales en general.Hay, sin embargo, diversas formas de obtención de la tierra por el Estado para eliminar la gran concentración. Entre estas, la primera —y más usada— es el instrumento de la desapropiación. Establecidos los criterios de clasificación de latifundios y/o grandes propiedades que deben ser repartidas, el gobierno emite un decreto desapropiando, o sea, transfiriendo la propiedad privada de esa área del estanciero/propietario capitalista hacia el Estado. Para que esta transferencia de titularidad ocurra, el gobierno indemniza al ex propietario mediante criterios de valor definidos por las leyes de cada país.Esos valores pueden ser simbólicos o pueden ser los mismos precios practicados en el mercado. Hecha la transferencia de propiedad de la tierra para el Estado, este organiza un proyecto de distribución de esa tierra para las familias de agricultores sin tierra de la región que lo reclaman.El segundo instrumento es la expropiación o confiscación. Es cuando la titularidad de la propiedad de los grandes hacendados es transferida al Estado sin ninguna indemnización o pago de valores. Esta situación depende de la legislación existente en cada país y es un castigo por irregularidades practicadas por el propietario.Hay casos intermedios en que el gobierno no paga por las tierras, pero indemniza al propietario por los bienes que contenga la propiedad, como casas, galpones, cercas. En Brasil, hay casos de este tipo cuando los estancieros entran en tierra publica, sin que posean el derecho legal sobre estas; el gobierno entonces los retira de la tierra publica pero indemnizándolos sobre los bienes existentes.
Artículo de Santiago Alba Rico
Europa ha sido siempre una buena idea y un mal ejemplo. Algunos activistas y pensadores negros de la primera mitad del siglo XX, como W.E.B du Bois o CLR James, pensaron que su proyecto democrático e ilustrado solo podían hacerlo realidad sus víctimas: jacobinos negros, jacobinos pobres, jacobinos indígenas, en otros lugares del planeta. En 1960, en plena guerra de independencia de Argelia, el psiquiatra franco-caribeño Frantz Fanon ya no se hacía ilusiones. En su vibrante Los condenados de la tierra consideraba que "esa gran aventura del espíritu" había detenido "el progreso de los hombres" y llamaba a empezar una nueva historia y una humanidad nueva "sin imitar a Europa", responsable de la pobreza, la muerte y la esclavitud de "cuatro quintas partes del planeta".
Europa, en efecto, ha podido dar pocas lecciones a sus damnificados: "De nosotros los civilizados", decía Anatole France, "los bárbaros solo conocen nuestros crímenes". Así lo recordaba en 1995, en una entrevista en el periódico Al-Hayat, el portavoz de la Yihad palestina: "Se nos acusa de violentos, pero los musulmanes no tuvieron nada que ver con la Primera ni con la Segunda Guerra Mundial ni con el nazismo ni con el estalinismo ni con las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki". Tiene razón. Habría que añadir, en el exterior, los imperios coloniales, cuatro siglos de esclavitud, el apoyo a decenas de dictaduras criminales e invasiones ilegales; y en el interior, esa guerra civil permanente contra los pueblos, contra las mujeres, los campesinos, los pobres, los frikis, los heterodoxos, los rebeldes. Ningún continente ha generado tanta violencia endógena ni ha esparcido tanta violencia entre las cuatro esquinas del mundo. Era lógico, pues, que muchas de sus víctimas consideraran Europa una traición a sus propios ideales y trataran de materializarlos en otros sitios, fuera de su yugo, con otra gente; y era también lógico que muchos pensaran, en cambio, que esos ideales eran precisamente la causa del mal y se propusieran construir otro modelo y otra humanidad.
Roberto Fonseca presenta su proyecto “Yesun”, que une jazz, música clásica, funk, ritmos afrocubanos y electrónica: un reflejo la personalidad de este artista plural, entre la tradición cubana y la modernidad. Miembro del legendario Buena Vista Social Club, el pianista de La Habana es la punta de lanza del renacimiento de la música cubana.